La Alhóndiga de Arévalo homenajea a Julio Escobar

La asociación cultural ha programado una tertulia para analizar su obra, una visita a su panteón y el repintado de la placa de su casa natal.

El próximo 30 de julio se cumple el vigésimo aniversario de la muerte del escritor arevalense Julio Escobar. Por este motivo, La asociación de Cultura y patrimonio ‘La Alhóndiga de Arévalo’, clausurará el próximo domingo 27 de julio una serie de homenajes y reconocimientos que comenzaron el pasado viernes 18, dedicándole la tertulia literaria del mes, y que se cerrará con una visita al cementerio de Arévalo, donde se encuentra el panteón en el que descansa el escritor arevalense, para recordarle mediante una ofrenda floral y literaria en su memoria.
Quienes quieran participar en este pequeño acto de reconocimiento que se celebrará en la necrópolis, podrán hacerlo ya que la asociación ha citado a sus miembros y simpatizantes a las 11:00 horas en el atrio de la iglesia de San Martín, para partir desde allí hasta el camposanto.
Por otra parte, y por encargo de la asociación, durante esta semana se está repintando la placa que en la casa en la que nació, situada en el número 8 de la calle de Zapateros, se colocó con motivo de un homenaje popular que se le hizo el 12 de octubre de 1.954 y que perpetúa la memoria de este periodista, dramaturgo y narrador, una de las plumas más prolíficas del Arévalo del siglo XX.

Nacido en Arévalo el 19 de enero de 1901, se casó con Sagrario Faura Álvarez de Abreu y murió el 30 de julio de 1994, sin descendientes ni ascendientes, en la localidad madrileña de Los Molinos, por lo que dejó su herencia a los municipios de Arévalo, su ciudad natal, Madrigal de las Altas Torres, villa que le nombró hijo predilecto y Los Molinos, localidad en la que residió.
Se inició como periodista en la redacción de del semanario La Llanura en su Arévalo natal, periódico del que fue director en su segunda época. Tras trasladarse a Madrid, comenzó a escribir en el diario El Imparcial de la capital. Colaboró en numerosas publicaciones periódicas y obtuvo galardones como el Premio Pontevedra, el de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, el Premio al mejor cuento castellano Anita Segarra de la Sociedad Cervantina y el Alvarez Quintero de la Real Academia.
En total publicó un total de 14 libros entre novelas y ensayos. Sus ensayos aparecen reunidos en Azulejos españoles de 1947 y Andar y ver de 1949. Sus novelas, muchas de las cuales gozaron de buena crítica son El hidalgo de Madrigal de 1952; Teresa y el Cuervo publicada en 1954; Cinco mecanógrafas y un millonario de 1955; La viuda y el alfarero de 1957; Una cruz en la tierra editada en 1960; El viento no envejece de 1964; Se vende el campo de 1966; La sombra de Caín que apareció en las librerías en 1968; Vengadores de ceniza de 1971, y El novillo del Alba que vio la luz en 1971.
Hombre ilustrado e ilustre, el entonces arzobispo primado de Toledo Cardenal Vicente Enrique y Tarancón le nombró caballero del Corpus Christi de Toledo, con cuyo hábito fue sepultado en el Panteón familiar de Arévalo.




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