Los hermanos Caramazo
Acababa de comprar, en una tienda
anticuaria, un mueble viejo de estilo indefinido. Una vez en mi poder lo
examiné cuidadosamente al objeto de restaurarlo. Vi, con sorpresa, que uno de
sus cajones ocultaba un doble fondo; al levantarlo encontré un cartapacio o
memorial manuscrito, apolillado y desvencijado al que le faltaban algunas
páginas estando otras fragmentadas, o desaparecidas, por lo cual era difícil
darle un sentido claro al texto escrito. No obstante una vez ordenado, leído y
releído rescaté, para el curioso lector, lo que transcribo:
“En un lugar de la Inopia , de cuyo nombre bien
me acuerdo y no quisiera acordarme, no ha mucho tiempo que vivían dos hidalgüelos
de los de Ínsula Barataria, pistola fácil, lacayo servil y mal pagado, arcabuz
enmohecido y perro ladrador. Eran, los dichos caballeros, algo más engreídos
que humildes, más gordos que flacos, más rubios que morenos y más bribones que
honrados […] Soñábanse nobles de los de castillo almenado y derecho de pernada
antes que plebeyos, aunque esto fueren, por lo que un conocido satiricón
otorgoles títulos de Duques del Caramazo y Marqueses de Torrelacaca
añadiéndoles un escudo o blasón con dos gorilas siameses en campo de gules con
una leyenda blasfema que rezaba NOSOTROS DOS ANTES QUE DIOS […] dedicaban su
tiempo de holganza –que era mucho- a la vida contemplativa en cantina con
cerveza en mesa, compañía de amigos en apariencia de serlo y alguna dama
setentona y despistada carente de otros acompañamientos […]” Aquí falta media
página.
“Los pajaruleros
duques, marqueses, o lo que quisieren ser, habían tomado posesión sin papeles a
su nombre en contra del dominio de Leyes, con ansía de caciques chichimecas, de
una pequeña hacienda o cortijo –más bien granja o labrantío- que pertenecía a
[…] Hallábase enclavada, aquella heredad de muchos y futuros herederos, en un
altozano o promontorio de la estepa cuya fauna se limitaba a unos cuantos
gallipatos trashumantes o migratorios, algún conejo salvaje, varias familias de
múridos autóctonos de temporada, amén de varios enjambres de coleópteros
estivales. En cuanto a la flora veíanse por doquier multitud de gamarzas,
abrojos, amapolas, matacandiles y alguna colonia de cardos borriqueros por no
desentonar con los moradores […]” Varios párrafos ilegibles.
“A través de los
siglos, el mentado altozano o promontorio había sido testigo de esforzadas
gestas y piadosas salmodias y rezos. Pero su auténtico valor residió siempre en
ciertas corrientes telúricas que lo cruzan de este a oeste o de por donde nace
el sol a por donde muere. Fenómeno, este, conocido por Cruzados Medioevales –de
los que observaron reglas de San Bernardo de Clarevala y Esteban Cisterciense-
dando lugar a situar y construir una Abadía o Monasterio en que residir un abad
y doce canónigos reglares y otros tantos legos o infantes encargados de huerta,
granja y labrantío. La utilidad de la
Abadía era mucha en dar cobijo a sus Hermanos Caballeros de
Cristo que partían del Norte de Portugal, Ponferrada y Bembibre hasta Bizancio
y los Santos Lugares. En el pasar de los siglos aquella Orden Monástica y
Militar de Caballeros Cruzados cayó en desgracia real llevando a que granja y
Abadía pasaran a manos de unas monjas de la misma Orden y Regla del señor San
Bernardo en el año del Señor de 1250 […]” Faltan varias páginas.
En el siglo Diez y
Nueve de nuestra Era antes de ser declarada mayor de edad nuestra señora la
Reina Doña Isabel 2ª de este nombre
aconteció que siendo Ministro de la Hacienda
Pública el señor don Juan Álvarez de Mendizábal, bisnieto,
nieto e hijo de pañeros y prestamistas judíos, se tomó con más vigor la obra de
la Desamortización
que afectaba a la expropiación de los bienes de algunos particulares y
principalmente a la Santa Iglesia
[…] se vio incluido en la tal Desamortización el susodicho altozano o
promontorio en su condición de granja o
labrantío[…] estando fuera de la nombrada expropiación la Capilla Medioeval
que era copia del Templo de Santa Sofía-Salónica en su planta y alzado […]” Faltan
varias páginas.
“En regresando a los
días del presente Memorial, después de relatar las Historias que cuentan las
Crónicas de los Cronistas ya muertos, que los vivos no dicen nada, y en
retornando a aquellos Duques del Caramazo o Marqueses de Torrelacaca que a
salto de garrocha brincaron todas las Leyes existentes o por existir, nos dicen
sus contemporáneos que de forma y manera despótica y peligrosa, si el
hecho aconteciere en otro lugar que no fuese nuestra Inopia, hiciéronse amos y
señores de aquella Capilla Románica y Bizantina construida antaño por los
Caballeros Cruzados y que nunca llegó a ser expropiada o desamortizada pues
siguió perteneciendo, con papeles o sin ellos, al Arciprestazgo de […] sabiendo
que no existen documentos que digan en contra […]” Falta media página.
“Los señores del
Caramazo pusiéronle puertas al campo lo que es una gran necedad taponando
arroyos y cárcavas o destruyendo caminos comarcales de gran antigüedad ante la
vista gorda o cobardía del señor alcalde-regidor[…] con rufianesco espíritu expulsaron
de unos dominios que no eran propiamente suyos a una modesta Hermandad de
Lugareños de la Virgen
de la Paciencia
instituyendo y estableciendo en cambio la Santa Cofradía de San Paramí
formada por ellos mismos dos y sin otros miembros o hermanos cofrades visibles
[…]” Faltan las últimas páginas.
Es
posible, amable lector, que a pesar de mi empeño en transcribir el manuscrito
original sea necesario tu propio esfuerzo para la comprensión de lo que en el
mismo se relata. Soy consciente de que la carencia de un buen número de
páginas, y lagunas en otras, complican el entendimiento íntegro del apolillado
texto. No obstante con un poco de paciencia y buena voluntad podrás completar
la historia relatada, por un autor anónimo, en un cartapacio o memorial encontrado
por mí en el doble fondo de un viejo mueble restaurado para mi uso particular.
José Antonio ARRIBAS
La Llanura nº 36 - Mayo de 2012
Comentarios