El románico da vida a Aguilar de Campoo

   «Vivimos de esto, del románico, aunque muchos no lo saben». A Juan Carlos Prieto, director general de la Fundación Santa María la Real, se le va el bolígrafo camino de un folio en blanco sobre el que traza círculos concéntricos. Y empieza a explicar por qué la comarca palentina de Aguilar de Campoo nutre su actividad económica de algo más que galletas (Siro y Gullón). Que más allá de la agricultura, la ganadería y las jubilaciones de la Seguridad Social, una aventura que comenzó en 1977 ha alumbrado un conglomerado de actividad, proyectos y empresas en torno al románico que en la actualidad emplea solo en la Fundación a 110 personas, sin tomar en cuenta la repercusión indirecta en negocios, población fijada y turismo de la zona.
   En su discurso asoma la idea de que no viven de subvenciones, sino del negocio que generan sus ideas y su trabajo para empresas, particulares y contratos con administraciones como contraprestación de servicios. Son las piedras, que generan memoria y desarrollo. El concepto lo engarzó el dibujante y arquitecto José María Pérez “Peridis”, alma de la Fundación, uno de los voluntarios de la Asociación de Amigos del Monasterio que en 1977 se juntaron para desescombrar el convento de Santa María la Real. Su afán entonces, restaurarlo y convertirlo en centro vivo que acogiera actividad cultural.
   El correr de los años y la actividad social y cultural generada a través de romerías, conciertos y conferencias en templos y ermitas del románico que abundan en la montaña palentina fraguaron en un sentimiento colectivo que llevó en 1985 a montar con financiación del Ministerio de Trabajo la primera escuela taller de España junto con la de San Benito en Valladolid. Más de 2.500 estudiantes aprendieron y recuperaron oficios que a la vez que servían para rehabilitar casas «ponían en valor a las personas», recuerda Prieto.

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