Cuando se cae un mito

Respecto al artículo “De recibo” (http://la-llanura.blogspot.com/2011/03/de-recibo.html),  quiero hacer dos puntualizaciones respecto al escrito que se atribuye al jefe Seattle:
- Este escrito se considera el más bello alegato jamás escrito en defensa de la naturaleza.
- La carta atribuida al jefe Seattle, en realidad, nunca existió.

Todo comenzó hace algo más de treinta años, cuando leí una carta escrita por un jefe indio al presidente de los Estados Unidos de América. Supongo que ya era ecologista, aunque imagino que entonces ni siquiera sabía que lo fuera. El caso es que aquel texto me impresionó y lo he recordado todos estos años. Lo consideré como un documento entrañable, actual, con bellas y duras verdades. En él se decían cosas como que la tierra no pertenece al hombre, sino que es el hombre quien pertenece a la tierra. Que el agua, el aire, los animales y las plantas son nuestros hermanos. Que todo está relacionado, que el hombre no es más que un hilo de la red de la vida, y que todo lo que haga a la red se lo hace a sí mismo, Que todo lo que nos rodea es un préstamo que debemos devolver íntegro a nuestros hijos.
 Muchas veces he pensado en este texto. Muchas veces he utilizado en mis escritos frases sueltas que recordaba. A veces pensé en buscarlo para recordar cada frase, pero siempre se me olvidaba o no daba con él. Hace unos años, gracias a Internet, he podido buscar y al final lo he encontrado. Sólo tuve que recordar que ese texto era una carta escrita por un jefe nativo de Norteamérica al presidente de los Estados Unidos.
Ese documento es uno de los más preciados por los ecologistas, se trata de la carta que, supuestamente, envió el jefe indio Seattle, al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce en 1855,  en respuesta a la oferta de compra de las tierras de las tribus Suquamish y Duwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washington. En numerosos ámbitos ecologistas se le considera como "la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente".           
Desde el movimiento ecologista son muchos los que creen que esta carta existió realmente pero, para hacer honor a la verdad, he de decir que no es así. He consultado referencias, distintas fuentes y he averiguado que, aunque el jefe Seatlle existió realmente, nunca escribió dicha carta, al menos   tal y como yo la recordaba. Ni como queda, parcialmente reproducida en La Llanura.
Realmente lo que hizo el jefe Seattle fue pronunciar un discurso el 10 de enero de 1854, ante Isaac I. Stevens, el nuevo Gobernador y Comisionado de Asuntos Indígenas para los Territorios de Washington en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suquamish. Este discurso fue escuchado por el Dr. Henry A. Smith, el cual publicó un resumen en el semanario Seattle Sunday Star, en 1887, es decir 33 años después, a partir de las notas originales que tomó.
Casi un siglo después, este artículo fue recreado para un documental. Sólo que los productores hicieron algunos cambios y convirtieron este discurso en una carta enviada al Presidente Franklin Pierce. El Jefe Seattle no escribió dicha carta. Su discurso, tal y como fue reproducido por Smith, tiene muy poco que ver con esta carta que, aunque basada en hechos reales, se crea para la ficción. El documento de la versión cinematográfica es la que más ha circulado, y fue escrito en 1972 por Ted Perry, profesor de teatro en la Universidad de Texas, para el documental sobre medio ambiente "Home" que fue producido en Estados Unidos por la Convención Bautista del Sur. Perry jamás imaginó que este guión fuera utilizado como una bandera por el movimiento ecologista, convencidos de su veracidad.
Aunque comete algunos errores históricos al poner en boca de Seattle las matanzas de bisontes en las praderas desde el ferrocarril, ya que el ferrocarril llegó a esos  territorios  cincuenta años después de la fecha en que se pronunció en discurso, no quita veracidad al hecho documentado de que esas matanzas se produjeron realmente, lo cierto es que el texto de Perry relata hechos que realmente sucedieron y describe con un bello lirismo costumbres y formas de pensar de una buena parte de los nativos americanos. Lo único que hizo fue poner todos estos sentimientos de varias tribus en boca de un solo jefe nativo.
Entre la ficción y la realidad, el texto de Perry basado sólo levemente en el discurso que el jefe Seattle pronunció hace 156 años, sigue siendo una obra que impresiona y que a casi nadie deja indiferente. No es la primera vez que una película se convierte en abanderada de algo o contra algo. Ahí tenemos destacados ejemplos como “Apocalypse now” (1979), por citar sólo uno.
Aunque al reencontrarme con esta carta he descubierto que no todo lo que yo creía era verdad, me he dado cuenta de que lo importante es el mensaje que en ella se encierra, que es lo que al fin y al cabo se quedó grabado en mis recuerdos. Ahora ya no me preocupa tanto si lo que en ella se dice fue escrito para una película, lo que realmente importa es que lo que expresa a mí me resulta bello y emotivo y que representa la sabiduría de un pueblo que convivía con la naturaleza y que respetaba y amaba a todo aquello que le rodeaba y que por ello estorbaba al hombre blanco y fue recluido en reservas.
De hecho Perry bien pudo basar parte de su guión en la vida y obras de Búho Gris. Un hombre nacido en Inglaterra en 1888 con el nombre de Archibald Stansfeld Belaney pero que quiso marcharse a Canadá a la edad de 17 años, para vivir como un salvaje. Y que para ello se hizo pasar por un mestizo de padre escocés y madre apache que había huido de los Estados Unidos para unirse a la tribu Ojibwa.  Vivió como un salvaje, y adoptó la identidad y modo de vida de los ojibwa con los que convivió toda su vida. Se rigió por un lema: la especie humana pertenece a la naturaleza.
El jefe Seattle cedió sus territorios al gobierno y murió en la reserva. Fue un jefe querido y respetado, de hecho la capital del Estado de Washington, Seattle, lleva su nombre.He oído que el guión escrito por Perry es la “biblia” del ecologismo y que en ella todo está escrito. He leído que esta es la bandera del ecologismo. He de deciros que yo no creo en libros cerrados sino en los que están por escribir, en aquellos que se escriben en cada momento y que a todas las banderas las ondula el mismo aire, el que respiró el jefe Seattle, que es el mismo que ahora respiramos nosotros.

Arévalo a 29 de marzo de 2011
Luis José Martín García-Sancho.

Comparad vosotros mismos ambas versiones:

La versión original de 1887 escrita por Henry Smith:

Guión de Ted Perry (1972) para el documental Home:

Comentarios

Entradas populares de este blog

‘Ladran’ (Kläffer)